Cuanta
verdad tiene esa frase de que las palabritas se las lleva el viento,
así como se lleva la sinceridad, los recuerdos, el amor, el rencor,
las mentiras...
Echo la
vista atrás y observo. Quizás no han creado mejores emoticonos que
los de los monitos del whatsapp. Me representan todos. Porque estoy
ciega, no quiero oírlo, y tan si quiera puedo hablarlo.
Veía
en ti una luz. Como la vi en los demás. Pero resulta que siempre
acabo creyéndome la misma trola de siempre. Os pintáis de
principitos con espada, y escudo, os rasgáis el alma y decís: este
soy yo. El problema es que esa imagen no dura para siempre. Que se
desgasta con el tiempo el guión que teníais montado pero que
siempre es infalible. Una quimera, una bomba de relojería
aplastando sentimientos.
Y dime,
¿lo que sentiste ha sido real? ¿Fue todo de verdad? Yo lo sentí
intensamente. Sin embargo tu red de mentiras se extendió hasta
penetrar en mis venas. Y ya no podía dejarlo pasar más.
Que tal
si eres sincero, no conmigo, sino contigo. Con tus sentimientos, si
es que tienes. Con tus decisiones, si es que puedes. Conmigo, si es
que quieres.
¿Qué
hago yo aquí todavía? ¿Qué hago en medio de tus juegos? ¿Qué
pinto en medio del camino si tú no vas a volver la vista atrás?
Te
creía diferente, pero resultaste ser, como el resto acabó siendo.
No
siento decepción, no siento enfado, la verdad es que... ya no puedo
sentir nada por ti.
Por
fin, he abierto los ojos para ver que ocurre a mi alrededor, he
querido escuchar aunque supiera que no sería nada bueno, y he
abierto la boca para decir: Hasta aquí.
Intenté
recoger tus pedazos uno a uno, estando ahí siempre. Ni supiste
valorarme, ni ver todo el esfuerzo que hice. Ni supiste quererme, ni
mantenerme a tu lado.
No voy
a ir besando a más sapos que con su labia me venden el cuento de su
vida.
Eso se
acabó.
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