sábado, 14 de agosto de 2021

LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA

 

Como el ratón detrás del queso,

el perro persiguiendo al gato,

y el gato comiéndose al ratón.


Un ciclo indiscutible que persiste en el tiempo

en el que la norma se crea con creencias

de un hecho observado por una mayoría aplastante.


Sin embargo, son unos pocos los que agudizan los sentidos,

aquellos a los que a veces se les tilda de “locos” o “fraudes”,

por únicamente indicar otros puntos de vista; su verdad.


Y de ahí que a veces el gato sea alérgico a la delicatessen 'ratatouille',

el perro se pueda enamorar del gato,

y el ratón, algo tan pequeñito e indefenso, haga gritar hasta a los gigantes.


Por eso, defender lo que cada uno ve no es más que

la muestra humana del miedo acumulado hacia lo desconocido,

un insulto a aquello que se escapa a una perspectiva ególatra.


Yo una vez me encontré con una sirena; es mi verdad.

Pero no les gustó. Me desacreditaron. Me tomaron por lo que no era.

Las sirenas no existen” decían. “Las sirenas no existen pero yo he visto una” respondía yo.


Desde entonces me mantienen presa junto con otros locos en estos barrotes,

drogadictos que dicen haber visto dragones en sus habitaciones mientras dormían…

Dragones… ¿os imagináis? Qué locura.


viernes, 30 de octubre de 2020

Esto no es un poema de amor

 No quiero escribir un poema de amor

porque esa estrofa ya la desafiné antaño. 

No quiero escribir un poema de amor porque quiero que hagamos la guerra en el sofá, en la cama y cada rincón de tu cuarto. 

Quiero desordenarte las horas pero no la vida, que pongamos los cuadros al revés y el corazón al derecho, que no, que no quiero tener miedo porque eso es para cobardes y yo no quiero salir huyendo. 

Que dicen que los peces de mar y de río no tienen futuro juntos pero a mí siempre me gustó nadar a contracorriente. 

Que quiero que discutamos para que no se nos quede nada adentro y que del abrazo nazca una flor que reguemos cada día como hacía el Principito. 

Que me saques de quicio para comprobar lo que voy a echar de menos cuando no estés. 

No quiero escribir poemas de amor porque eso es para locos y yo estoy muy cuerda, tan cuerda como aquella que nos ata de color carmín de mis labios que ha esperado un año para hacerse visible en el momento preciso. 

Que no quiero que me sanes porque yo no estoy enferma, que no te necesito, ni te quiero como una posesa. 

Sólo elijo estar en tiempo presente, con las magulladuras del pasado y sin pensar en cualquier futuro inminente. 

Lo dejo en manos del azar y el destino, y me lavo las manos... no quiero escribir un poema de amor, por eso recurro a ti y te escribo porque amor ya eres y yo estoy aquí disfrutando contigo. 

sábado, 8 de agosto de 2020

Caos introspectivo

 

¿Qué somos? ¿Qué soy? O mejor dicho… ¿quién soy?


A menudo nos miramos al espejo en busca de defectos físicos de los que acomplejarnos a sabiendas de que conviviremos con ellos hasta el final de nuestra existencia. Pero realmente quién rebusca entre sus entresijos más profundos y rasca hasta el fondo.


¿Soy un cuerpo que hace sus movimientos gravitacionales atrayendo otros cuerpos y haciendo una traslación automática?

¿Soy aquella muñeca de trapo que me regaló mi abuela cuando tenía ocho años?

¿Soy la sonrisa de aquel anciano al que le subí las bolsas hasta su casa?

¿Soy un conjunto de huesos, músculo y articulaciones?

¿Soy mis ovarios cuando una vez al mes deciden sangrar por sí solos?

¿Soy la sombra de ojos marrón y el pintalabios rojos que uso para ir a trabajar?

¿Qué soy? ¿Qué somos? ¿Quién soy?…

Quien soy…


¿Soy mis miedos más profundos o mis ambiciones?

¿La forma en la que trato a mi madre o cómo le hablo al camarero de un pub?

¿Estoy siendo yo misma o simplemente lo que quiero que piensen los demás de mí?

Estoy… ¿Qué estoy haciendo?


¿Por qué lo hago? ¿Qué me impulsa a hacerme estas preguntas absurdas?

Absurdas como mis complejos,

como mis habladurías,

como mis ganas de querer ser buena en algo sin esforzarme esperando obtener más amor y reconocimiento de personas que en el día de mañana jamás serán

y así no aceptar la idea de que cuando muera moriré

y no quedará nada más que un recuerdo que se esfuma lo que dura un pestañeo.


Miedo. ¿Soy mi propio miedo?

Soy mi miedo a verme expuesta a un inminente fracaso, a chocar contra el muro y que no haya vuelta atrás.

¿Soy mis fracasos?

¿Soy un fracaso?

¿Soy un fracaso de escritora o de pensadora?

¿Qué estoy haciendo bien? ¿Qué es bien? Qué coño estoy haciendo.


Al final sólo soy una persona con muchas preguntas y pocas certezas, soy todo lo que he dicho y mis contradicciones diarias.

Soy todo eso y la responsabilidad que conlleva ser la única que puede solucionar las respuestas a todas mis preguntas. Y por eso tengo miedo, y por eso tenemos miedo.

Porque nadie puede responderte.

Sólo tú.

Y quizás así podremos darle un sentido a esta vida tan caótica, inverosímil, inexplicable y sobretodo, tan… finita.


Soy. ¿Y tú?

miércoles, 1 de abril de 2020

En la linde del Inframundo.


Sentada en mi escritorio contemplando pensamientos grises,
interpuestos como nubes en un día nublado
dejando entrever algunas tonalidades de ese azul verano.

Recordando en bucle atisbos de disputas,
números que suenan al compás de Stairway to heaven
y la palabra “estable” resonando en las noticias.

Pienso en el olor de la última persona que abracé,
la fina línea que separa la cordura de la locura,
la verdadera esclavitud de aquel que se impone su propia cárcel.

El miedo que nos da tomarnos un café con nuestro silencio,
o que los críticos más excéntricos del arte hayan sido los primeros
en subir un nuevo vídeo.

Matemáticos llorando poesía, maestros en huelga permanente,
ingenieros que no hay challenges que se les resistan
por instagram, facebook o twitter.

Un rayo de luz se desliza débilmente hasta acariciar mis pómulos,
su calor juguetea en mis labios por ese beso que no me atreví a dar
y encoge mis pupilas para disipar la nebulosa de mis estímulos.

Veo a Perséfone poniendo en libertad a las prímulas,
sonrisas cómplices a través de una pantalla,
arte en peligro de extinción que florece de las mismas entrañas.

Sentada en mi escritorio contemplando pensamientos grises,
el sol ha salido por la ventana regalando esperanza,
y ahora ya no sé si esto es real o solo es parte de mi propia vesania.


lunes, 6 de enero de 2020

El tren de las 10:15


La vida son luces y sombras. 
Que no te engañen. 
La felicidad es un estado infundado que aprendes a controlar con el tiempo para no perderte ni un sólo segundo de la vida. Y sí. La vida es maravillosa… 
para aquellas personas que pueden permitirse un hogar, una casa, que no les falte el pan sobre la mesa o vivan día tras día alguna que otra masacre. 
La vida es maravillosa si eres un hombre blanco, heterosexual y normativo, con una ideología que no se salga al resto del rebaño. 

Seamos realistas, los cuentos de hadas no existen. Las hadas dejaron de existir desde que tu familia te robó la ilusión de la navidad con historias y mentiras, un efecto placebo para nuestra frágil mente o tal vez, un sistema de condicionamiento a través del reforzamiento positivo o negativo de Skinner para que nos comportásemos bien.

No existe sombra sin luz. No hay día sin noche. No hay orden sin caos. Altibajos. Experiencias que te hacen como persona. ¿Quién eres? ¿A dónde vas? ¿Qué estás haciendo para que esa montaña rusa no te den ganas de vomitar? ¿Quién mató las mariposas del estómago cada vez que hay una bajada de infarto? ¿Cuándo se nos apagó el chip de confiar en los demás?

“La verdad te hace libre” dice la biblia. ¿Pero seguirías a mi lado si supiéses la verdad? Cada uno tenemos nuestro propio término de la verdad y no existe alguna que sea absoluta, todo depende de las circunstancias pero a veces no tenemos excusas, somos así, sin más. ¿Me seguirías queriendo si sabes que he matado a alguien? ¿Que en realidad soy esa que se mira al espejo pero no puede mantenerse la mirada porque se ve indefensa? ¿Y si soy contrabandista? ¿O estuve en un reformatorio y después la cárcel? Y si te digo que sólo soy víctima de un sistema que no defiende mis derechos como persona… Que todo está justificado. ¿Y si me creo mi propia mentira?

La verdad te hace libre, sí, pero los demás no quieren escucharla. Quieren que seas perfecta, que estés bien, “pero oye, sonríe que estás más guapa”, “no estés mal, jo”, “sí tía, pero oye, yo pasé por lo mismo, de hecho el otro día tuve que… blabla” y así nos pasamos la vida. Queriendo que nos escuchen, con afán de protagonismo, seres egoístas con una gran dependencia hacia la atención del resto de la sala, todos queriendo explotar para soltar su mierda y sentirse mejor aunque sea pisoteando el momento de la otra persona. Y el que no habla, observa y escucha. Se lo traga. Y va hundiéndose en su propia miseria sintiéndose cada vez peor por no ser tan capaz como el resto.

Yo no soy escritora. 
No sé muy bien lo que soy pero sí sé que cada vez me hago más preguntas y respondo menos a las de los demás. 
Yo no tengo una vida maravillosa. Pero hago que lo sea. 
Yo no tengo la verdad absoluta pero mantengo la cordura de mi locura. 
Soy una superviviente de mis propias decisiones, del azar y del “eso nunca me va a pasar a mí”, 
hasta que pasa.
Independientemente de lo que sea estoy aquí, sin saber muy bien por qué escribo estas líneas.

Yo también he pensado en qué pasaría si dejase de existir. En si me tirase en el momento justo en el que pasa el tren de las 10:15 terminaría todo y no tendría que verme fracasando, enfrentándome una vez más a otra situación difícil en la que ya no me quedan más fuerzas para seguir luchando. Y lo que me hace sentir peor es saber que no es para tanto. Que hay miles de inocentes sufriendo de verdad y yo estoy desaprovechando las horas que sí que me gustaría disfrutar sin comerme la puta cabeza por la mañana ni el techo por la noche. El sentimiento de soledad que me acoge y acompaña porque nadie puede sacarme del agujero más que yo. Vagando en una dulce contradicción de querer encontrar a esas personas que sean familia y hogar para mí pero sentirme vacía con las que están a mi alrededor. De no querer depender de nadie porque me hace débil, porque es lo que me han metido en la cabeza y todavía no puedo desprenderme de eso.

Si estoy escribiendo esto no es para victimizarme. Es una carta de esperanza para aquel o aquella que me esté leyendo, es una carta de mí para mí que me recuerdo que no estoy sola mientras me tenga a mí y que aprenderé poquito a poco a poder mirarme al espejo. 

Porque la vida es una obra de teatro. 
No te conformes con hacer un triste papel, la felicidad es relativa, sé más que un guión que se repite incesante, dirígela, ponte bien en el centro y vívela, el técnico de luces se encargará de enfocarte y apagar los focos cuando sea necesario, aprenderás a hablar delante del público y a improvisar con esos imprevistos de última hora, incluso a ser tu propio espectador. 
No te rindas. 
Y cuando pienses en aquel tren de las 10:15 sé mejor, cógelo. Algunas oportunidades solo pasan una vez como la vida finita que tenemos. Sólo una. Y no aprovecharla a tiempo, amigo mío, sí que sería una verdadera obra trágica. 

Seas quien seas, gracias.




                                            "Darkness exists to make light truly coun."

sábado, 16 de noviembre de 2019

Carta al (des) amor

Querido Cupido,

lo nuestro se acabó.

Empezar por el final no es fácil,
pero los principios son sólo precipicios
a una altura considerable disfrazados
de ilusiones, puentes bellos y un sostén frágil.

Lo nuestro se acabó, porque la caída sin paracaídas
duele más que la partida que se inició.
Las rosas ahora solo son espinas,
pero la Bella Durmiente jamás despertó
en un intento desesperado de andar por las ruinas.

"Porque cuando un hombre ama a una mujer,
lo sabe desde el momento en que la ve" dice Melendi
que el amor es un arte, como un ángel y
que será hasta tu jardín con enanitos
y aún así te empeñas en poner en mi camino
a aquellos que traspasan la carne y la piel
con rumbo a ninguna parte.

Querido Cupido,
                     amor, 
                          destino, 
                              hilo rojo 
y todos esos motes que te acompañan.

Traes las ganas, ventajas, la ilusión,
confianza, conocer y amor.
Si le añades un "des" al inicio de cada palabra,
sabrás que los polos opuestos se atraen
y sin una no habrá la otra.

El amor puede ser un acento pensando en ti,
o un punto y aparte.
Puede ser un "buenos días, amor"
cuando por la noche no recibes respuesta.
Una carta inacabada que nunca te di
o el whatsapp de madrugada haciendo promesas.
Odiar tus ojos, tu pelo y tus manos,
mientras leo tu "escribiendo" con emoción
después de años.
Las luces de navidad brillando en la ciudad
y un café mientras lees tu libro favorito.
La sonrisa de un niño que no te conoce en el metro
y todas las postales de los viajes a los que nunca
pudiste venir.
La poesía que se crea entre tus labios y los míos,
y la canción (des)esperada que suena en el
momento exacto para olvidar el orgullo contigo.

El dibujo en la pared antes de marcharte,
porque el amor está hecho de pequeños actos,
detalles, poemas, cartas, palabras, visitas,
esfuerzo, cariño, pasión, miradas, abrazos,
llamadas, oportunidades y demostraciones
que se quedarán tatuados en el corazón
para siempre.
La diferencia entre saber quien te ha querido
y quien te ha amado.
La diferencia entre una recuperación cuando te operas
y las secuelas de un infinito cojo que ya no va a poder ser.

Así que querido Cupido,

lo nuestro se acabó, sí,
porque acabo de empezar una relación
con quien siempre estuvo ahí
y no me quisiste dejar ver.

Volverán a sonar cantos de sirena
alguna que otra vez
pero ahora tras el espejo me espera,
mi mejor versión;
                       yo.

Y estoy impaciente por conocerme.








miércoles, 30 de octubre de 2019

El puzzle de mi vida.


Han descosido mi jersey favorito,
aquel que me regalaron mis padres
cuando tan sólo cumplía ocho años.
Ocho años que se convertirían en mi número secreto
cuando tiraba los dados y pedía un deseo.
Infinito, como pensé que sería mi jersey.
Con el tiempo aprendí a no amar de forma permanente
pues nada permanecía, ni los regalos, ni las personas.
Así que empezó a gustarme el dos,
quizás porque el uno se me quedaba corto
y necesitaba que alguien me dijera:
tranquila, también estoy yo

La niña que nunca creyó en el amor
y sin embargo, soñaba con besar a su príncipe azul.
La que escribía sobre amores imposibles
y como darse con la misma piedra una y otra vez.
La niña que amaba con locura su jersey
que no sabía que por mucho que lo cuidaras,
tenía un límite.

La que el tiempo la enloquecía porque sabía que
poco a poco, se terminaría agotando.
Como se le acabó a la abuela del décimo c,
o cuando intentaba estirarlo al máximo
al ver lo que más temía en casa,
cupido diciendo adiós.

Han descosido mi jersey favorito
y creo que lleva así desde hace años
pero estaba tan apegada a él
que era incapaz de tirar algo que me había hecho tan feliz.

Supongo que por eso me ha costado tanto
aprender a irme cuando ya no podía más
porque soltar a veces es querer(te)
y querer significa no dañar.

Al primer chico que besé y nunca podré olvidar,
al que me hizo ruborizarme horas seguidas,
al que me enseñó lo que no quería jamás,
al que extrañé en aquella despedida
y al que me mintió en aquel bar.

Mi jersey favorito es translúcido,
pero no sólo lo atraviesa la luz
también hace partícipe a la oscuridad.
Probablemente este sea el poema de mi vida,
y sin embargo, me siento al otro extremo.

Mi jersey ha muerto, sí.
Pero yo ya no lo quiero.
Porque sólo me hace arrastrar lastres
que el tiempo aún limitado, no borra.
Así que hoy me deshago de ti,
temblorosa,
porque sé que no va a hacer que lo malo desaparezca.

Hoy quiero ponerme guapa y brindar
por todo lo que todavía tiene que pasar
entretejiendo una nueva bufanda en la que
sólo incida lo que me haga brillar.

Brindo por mí y esa fortaleza que me destaca,
por no hundirme aun ni viendo salida en la calle,
por la supervivencia y aún así seguir viviendo.
Brindo por la vida que no me traga ni queriendo
y a la que yo, le sigo haciendo jaque.








domingo, 29 de septiembre de 2019

Disparo a quemarropa.


Os presento a mi nuevo mejor amigo,
él nunca se aleja de mí como lo hacen los demás,
me acompaña hasta el fin del mundo
como solíamos decir nosotras pero que tú jamás cumpliste.


Vela por mis sueños y se queda despierto hasta que las horas caducan
compartiendo palabras y desvelos.
Es especial porque hace que su sombra y la mía conjunten de tal forma
que parezcan la misma.

Él me deja respirar cuando me ahogo,
me exime de cualquier responsabilidad cuando llego cansada
queriendo olvidarme de cualquier rastro que hayan dejado mis huellas.
No tengo que prepararle la comida porque ya viene comido de casa
y hace que me olvide de cada necesidad inútil que exige mi cuerpo.

Cuando lloro, él llora, sale de las sombras como ese monstruo
que se esconde bajo la cama y se asusta más que su presa.
Incluso me hace adelgazar sin dietas milagrosas ni ejercicios
inútiles, es ese tipo de amigo que todos querrían tener.


Aunque si os soy sincera no sé por qué
cada vez que lo presento nunca suele caer bien de primeras.
Quizás al principio se muestre un poco tímido
y en ocasiones sea algo borde y tajante con quienes quiero
pero él no es así.

A veces me sobra tiempo y me faltan ganas 
para salir de la cama cada mañana al despertar, 
el despertador conjuga con mi nombre y apellidos
porque ya nunca duermo esas famosas 8 horas, 
él no me lo permite.

Respira en mi nuca demasiado fuerte, tan irritante 
que acabo gritándole al que está enfrente 
por temer mirar tras mi espalda.

No conozco su aspecto pero sé que crece 
con cada miedo, inseguridad y complejo, 
y lo sé porque crea un ensordecedor eco,
que retumba por cada vello de mi cuerpo.

Las bolsas se acumulan encima de la mesa y debajo de mis ojos,
las lágrimas se saben el camino de memoria 
hasta la comisura de mis labios, 
     allí donde reposa el último beso que nunca me volverás a dar.

Jugué con mala compañía y ahora la que vuelve a estar detrás del espejo,
escondida en el armario, soy yo.
Como el que espera paciente a un niño tembloroso observándolo de lejos.
El hombre del saco que ya no cuenta las veces que sale el sol.

Supongo que podría acostumbrarme a esta nueva vida
donde ya no miro el reloj para saber la hora
y mi corazón va parándose con cada manecilla atrofiada.
Como un vampiro que no se refleja en el cristal
que ha salido vegetariano y se va consumiendo asohora.


Pero entonces llega.
La puta c o n t r a d i c c i ó n.
La que me hace pensar y dudar.
Que me grita desde arriba que todavía resuena un tick-tack
dentro del pecho.
La que me activa ese supuesto instinto
de supervivencia que me despierta de mis pesadillas.
La que me levanta y me dice que esto no es lo que quiero.

Soy las dos caras de la moneda
y da igual si sale cara o cruz porque siempre acabo perdiendo.
Y lo intento porque por un instante, fugaz y efímero,
antes de que caiga al suelo rezo porque salga la que da más miedo.

Que soy una superviviente
no una títere de cuentos para no dormir.

Que me repito que yo puedo, día tras día,
y a veces dejo a mi mejor amigo en casa
para darle paso a quienes levantan sonrisas
en estas ruinas (des) habitadas.

Querido mejor amigo,
te quise en pasado simple
y te querré en un futuro imperfecto
pero contradicción me hace amar(me)
cada detalle y cada momento
hasta hacerme creer de forma comprensible
que puedo darle fin a tus argumentos.

Hasta la próxima bala.



viernes, 24 de mayo de 2019

La última canción.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche.

Poner "¿Qué ganas con llegar si igual te irás con el viento?"
 O "vas a quedarte" a pesar de que te fuiste antes de llegar.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche,
como por ejemplo aquel vals que nunca bailamos o
la banda sonora que suena cuando va a morir tu personaje favorito.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche
que superarían a los versos de Pablo Neruda.

Porque rotas las alas,
muerta la mariposa y aún viva,
ya no podrá volver a volar.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche,
sí,
 pero esa mariposa se adaptará hasta cumplir lo imposible
y bailará la vida,
que no la pena como Macaco.

Un acto de fe.

Las hadas sí existen.

Las he visto de primera mano pero no son como las pintan en las películas.

Las hadas son como ese atisbo de luz que entra por la ventana cuando el cielo está nublado.

Son arcoiris cuando llueve y sonrisas cuando alguien llora.

Son esa batalla constante entre corazón y cabeza que luchan por seguir adelante.

Son ganas de comerse el mundo cuando sólo hay caos detrás de la puerta.

Yo las he visto en los ojos iluminados de aquel que juró no enamorarse nunca más.

Las hadas existen y adoptan formas inimaginables cuando menos te lo esperas.

Son guerreras, asustan al propio miedo, auguran cambios jodidos, saltan al vacío y vuelan anunciando libertad.

Solo tienes que creer en la posibilidad de lo imposible y ahí están.

Yo las he visto hoy tras el reflejo de mi espejo atravesándome justo en la parte izquierda de mi pecho y lo supe.

Las hadas sí existen y no hay más ciego que aquel que no quiere verlas.

Existen.

Y yo...
   ya estoy jodida.

sábado, 2 de febrero de 2019

Apología del delito.


Corretea inocente por los habitáculos más sombríos del lugar,
cautiva de su propia luz que no pasa desapercibida por el resto de impíos.
Su belleza es presa fácil de serpientes disfrazadas de falsos protectores
que sin dejar huella se arrastran silenciosamente tras su contoneo.
Y en tan sólo lo que dura un pestañeo,
la vida le cambia a la cándida niña
que ahora es mujer a la fuerza, punto de no retorno,
 su sonrisa se desvanece con el viento, como lo hacen las hojas en otoño.

La serpiente acorrala a su joven botín,
asfixiándola en zona santa para salir impune de sus pecados,
introduciéndole los colmillos con soltura, fruto de sus contiendas
con otras pobres víctimas, en su flor.
Mientras, el veneno va esparciéndose por sus venas
transformándola en un ser oscuro,
castigada a sostener un peso que no le corresponde,
señalada por el resto de mortales por ser mujer,
por dejarse morder.
La convirtieron en el monstruo que hoy es,
en el monstruo que fueron con ella
y sin embargo todavía nos atrevemos a juzgar
su mirada impertérrita e impasible cada vez que abre los ojos.

Hoy día, ella es Medusa, la malvada arpía;
él, Poseidón, dios de océanos y mares.
Y todavía nos preguntamos qué estamos haciendo mal.





miércoles, 14 de noviembre de 2018

Jason no revivió esta vez.

Y si mezclamos la mala suerte del trece,

con un martes que te fuiste

como viernes me llamaste,

obtenemos una serie de catastróficas desdichas

en la que la respuesta es simple;

estoy mejor sin ti.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Tres veces tú.


Cuando los por qués no tienen el mismo lugar que el cómo.


Algunas cosas no pueden ser dichas con palabras porque ni mi propias frases pueden acercarse ni un ápice a lo que en el corazón se cocina. Un cóctel explosivo del que tú formas parte.

Y me cuestiono a diario, cómo.

Cómo puede ser que una persona, entre tantos mil, sea la que se clave en mi mente como lo hacen tus ojos miel cuando me observas fijamente. No creo en el destino pero sí en las casualidades y agradezco a la vida, y a esa serie de eventos que hicieron que tú y yo nos conociéramos, rozando piel y razones de peso, para vernos, encontrarnos, sentirnos y odiarnos por a veces ser tan iguales pero querernos al respetar nuestras diferencias.
Cómo en dos meses, haces para que sienta que cuando estoy contigo, parezca que llevo viviendo toda una vida a tu lado. Cómo haces para que te sienta como amigo, hermano, novio y padre, sin las barreras y etiquetas que todo el mundo pone.

Y me preguntan todos absortos, cómo.

¿Cómo puedo estar contigo así? Nunca pensé que existiría alguien que aportase justo lo que necesitaba en esta etapa de mi vida; ese compañero que se cruza en mi camino para acompañarme en una parte de mi viaje. Con el que ver la aurora boreal bajo la manta, luchar contra leones de la mano y arrancarnos el sentido a bocados entre sábanas. Y que cuando quiera darme cuenta habrá pasado el tiempo como ya han volado los días hasta llegar a este momento que se me ha hecho como si fuera la calada de un cigarrillo, eterno y breve con el viento. Así me siento. Y sé que llegará ese punto del viaje en el que nos encontraremos con un cruce de caminos, y muchas opciones que elegir, y que nuestros destinos e intereses ya no serán los mismos. Pero aún así, una parte de ti y una parte de mí siempre acompañarán nuestros nuevos rumbos.
Por eso, cuando alguien me pregunta cómo es simple mi respuesta. Yo te quiero tanto, que no te querría de otra forma que no fuera libre. No eres mi posesión, eres una persona que necesita ser entendida como lo que es, con sus quebraderos y sus historias indiferentes a la mía. Yo no puedo escribir tu libro. Pero sí puedo ser partícipe de él en algún capítulo. Y eso es lo que nunca podrán entender por mucho que pregunten, que es que yo nunca te he necesitado ni nunca te voy a necesitar, no eres mi muleta, no eres mi médico de cabecera. Eres esa estrella que aparece en la noche en distintos puntos del mundo, no sólo para mí, a veces iluminas más las noches y otras veces, yaces opaca. Pero por muchas estrellas que haya a tu lado haciéndote la competencia brillando aún más en mi oscuridad, yo te prefiero a ti. Creo que se entiende. Qué es cuestión de elección. No de prioridad.

Y cuando te cuestiones cómo.

Cómo estaremos en un futuro. Vive. Sólo vive. Y disfruta. Porque yo quiero ser la que calce tus zapatos cuando sientas que ya no puedes más, porque quiero que estés cuando tome malas decisiones y me regañes con un: te lo dije. Quiero que seas esa persona que me dé el visto bueno cuando le presente a ese tipo que me vuelve loca. Qué me acompañes en esos momentos tan importantes en mi vida en el que me haga falta ese empujón para seguir adelante. El que me mande postales desde la otra punta del mundo pero me reciba con los brazos abiertos cuando vuelva, pase el tiempo que pase. Del que hablarle a mis hijos y decirles que al final si es verdad que los finales felices existen porque te sigo conservando en mi vida aún habiendo pasado los años. Con el que cotillear sobre chicas y chicos, y decirte el por qué  deberías tener algo serio con el amor de tu vida. El que me vea con el vestido de novia y digas lo pivón que estoy pero que cuando me despierte después de la despedida de soltera, me repitas numerosas veces el careto que tengo.
Un día escribí esto: "...para que te dieses cuenta de que las cosas infinitas todavía existen;... nosotros"
Y mis sentimientos que van evolucionando, no a más o a menos, si no de forma diferente según las variables que se presentan, sigo queriendo enseñarles a las putas estrellas, que joder, a través del tiempo, nosotros seremos infinitud.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Gris.


¿Y qué sentido tiene la vida si no sientes?

Sin sentimientos nos libramos del pesar de las pérdidas, 
del vacío de un desolado corazón resquebrajado,
de la desesperanza 
y de los esfuerzos que nunca dan sus frutos.

Pero con ello también anulamos la magia
que nace en las entrañas cuando la escuchas reír, 
la satisfacción de algo bien hecho sin trabas,
la fuerza interna que emerge en nosotros como una lucecita para superar cualquier reto,
la ilusión de los pequeños detalles.

Las lágrimas no siempre son amargas, 

las hay tanto dulces
     como saladas, 

y para poder distinguirlas, 
        tenemos que saborear ambas.


miércoles, 29 de agosto de 2018

La guerrera escondida.


Y ya no anda tras monstruos disfrazados de príncipes azules, 

porque la princesa se acabó convirtiendo en la guerrera

 a la que ya no le atan tus sucias cadenas
                                       y no viste con tules.

 Que lo único que quería era tiempo, 
          que se consume como el humo de un cigarrillo, 

esperando su condena con cada bocanada de viento,

que las horas pasan a minutos y sin embargo cuenta los segundos
                                          que le faltan para estar contigo. 

Que se repite a sí misma que el escudo que guarda, 
                 cuánto más grande, 
más pesada la carga pero a prueba de balas,
                       y ni tus flechas pueden hacerle ya nada. 

Hoy la princesa se ha despertado
 y ha pintado en su cara señales de guerra. 

Nos miramos confusas a través del espejo.
        Porque ella soy yo y yo soy ella, 
               pero tú ya no apareces en el reflejo.

(Des) ama.


Me descolocas.
Y no sé si echarle la culpa al viento o al tiempo. 
Es más, lo intento,
 tratando de juntar los kilómetros de uno en uno
para que los momentos que estemos juntos pasen lentos. 
 Y no te miento, cuando te digo que me descolocas, 
tus miradas me desnudan y me tocan,
 parpadeas, y ya cambia la cosa, una de cal y otra de arena, 
me sé el clásico de memoria, el mismo cuento con diferente persona. 
 Y no me arrepiento, sin dudar ni un segundo repetiría este bello tormento. 
Pero déjame claro tus sentimientos y sé honesto, 
 quiero quererte hasta que se conviertan en uno nuestros acentos,
o marcharme para siempre y odiarte sin argumentos.

Te he mentido.

Te aseguré que jamás volvería
ni a tener una pizca de compasión por ti.
Te prometí que te olvidaría,
cuando pasase el tiempo.
Te juré que no volvería a mirar(te)
ningún estado de whatsapp.
Te he mentido.
Te he vuelto a oler,
en otros cuerpo que no eran tú.
Te he mirado a los ojos
en diferentes colores de iris.
Te saboreé en ese último beso
de aquel desconocido del bar.
Te sentí cuando rompía en lágrimas
y ese amigo de turno me abrazó.
Te volví a releer una y otra vez;
aquellos "te quieros" que alguna vez quizás sentiste.

Pero me he dado cuenta de que los "té"
son más efímeros que una estrella fugaz.
Que te quise, pero que ya no te quiero.

jueves, 17 de agosto de 2017

Microhistoria.

Mírame a los ojos.

Enséñame que el mundo es más bonito de lo que parece.

Quédate.

Soporta mis comportamientos de niña pequeña.

Disfruta mis defectos.

No te vayas.

Te necesito.

Te amo.



Mírame a los ojos.

Sé que todo puede mejorar.

Quédate.

Por favor, no me hagas daño.

No te vayas.

Te necesito.

Te quiero.


No me mires.

Aléjate de mí.

No vayas a hacer una locura.

Lo siento.

Te echo de menos.

Te perdono.


Y cuando todo depende de un ligero cambio en un "te" para conseguir la ansiada libertad.

"Te dejo". Pero para entonces, ya fue demasiado tarde.

martes, 20 de junio de 2017

Chatarra espacial.


                                                              ¿Y qué escribes...
                                               cuando los versos suenan distintos
                                         como si de repente no pudieses expresarte
                              no por falta de inspiración... sino por exceso de contenido?


Mi corazón ha perdido el compás de este vals
que he acabado danzando sola.

Las rimas vuelan en mi cabeza
como si de un nido de pájaros se tratase,

y mis pies se mueven a la par
que aquella luz que me hace vagas señales.

No sé si cuanto más avanzo,
más lejana la veo.
O que si es un juego de luces,
que me atrapan como a una luciérnaga en busca de su mitad.

Viajé de universo en universo a descubrir planetas nuevos.
Pero sólo hallé vacío.
Un vacío que no lo puede llenar ni un millar de estrellas flotando en el manto galáctico.
Ni por mucho que brille la hermosa luna.

Me llena de tedioso hastío volver a traspasar agujeros de gusano,
persiguiendo cometas que quizás no lleven a ninguna parte.

Dicen que si le pides un deseo a una estrella fugaz, con mucha fuerza, se cumple.

Pero dime cuántos deseos han cumplido los astros, si te quedas ahí sentado, dependiente de un milagro.

Por eso dejé de soñar con anhelos y empecé yo misma a ir tras ellos.
Creando mis propios portales a otras galaxias.
Tras mi propio meteorito,
aunque duela,
aunque queme cuando te acerques.

Las bolas de fuego que alcancé, algunas se apagaron.
Otras me rozaron el alma, dejando heridas inadvertidas.
Y sólo unas privilegiadas, se adentraron bien en el fondo, encontrando una salida.

¿Por qué debería esta vez... volver a la persecución?

Hoy
 prefiero ser yo la que se siente a observar el cielo nocturno,
  a tomar una taza de oxígeno,
         mi propio veneno, 
   que no duele tanto como las magulladuras en las que reposo.

Cuando vea ese cuerpo celeste exiguo,
   apretaré bien los dientes,
     alzaré mis manos a la penumbra
       y gritaré bien fuerte.

Porque hoy es de esas noches que salen por los ojos,
y de las que sólo el paisaje es testigo,

de como una luchadora hinca la rodilla,
a descansar el tiempo que dure un eclipse...

                                                        para luego volver a su odisea.









martes, 25 de abril de 2017

Estrella fugaz.

Adrenalina inversa junto a infinitos exasperados,

mientras contemplo tus pecas preso de mis pecados.

Una enemistad acorde, con ritmo y armonía,

tus desahuciados sentimientos son los que te hacen

                MÍA.

No como objeto o trofeo,
tan si quiera posesión,

mía, 

   como la música a Orfeo,
          los latidos que impulsan al corazón.

Consumiendo el deseo de un hallazgo fugaz y tenue

introduciéndome en tus venas en un encuentro fúnebre.

Celebro tus ansias de arco iris intermitentes,

y te ofrezco mi carne, mas no palabras inertes.

El vaivén de tu pelo encierra el vacío,

odios retractos, suicidándose en el hastío.

Y yo,

      cómplice de tus circunspectos ojos,

sigo en el juego,

   como una adicción de la que no me recupero.


I'm so tired, sitting here waiting
If I hear one more "just be patient"
It's always going to stay the same
So let me just give up
So let me just let go
If this isn't good for me
Well, I don't want to know