miércoles, 15 de marzo de 2017

La Luna y la joven.

Me siento bien, me siento segura, me siento con un remolino de sentimientos a los que acabo de quitar la anilla y están por explotar en cualquier momento.

¿No es increíble? ¿No es hermosa la vida?

Me siento viva, me siento humana, me siento como una mariposa que alza su vuelo guiada por el viento, recién nacida, ingenua, deseando comerse el mundo.

¿Qué curiosas son las cosas, eh? Ayer llorando, hoy riendo. Hace un año creía que no podía seguir, que estaba estancada, que no sería capaz...y mírame ahora, saliendo adelante poco a poco, manteniéndome a flote, un salvavidas en medio del inmenso mar.

¿No es maravillosa la vida? Que tengo el lujo de sentir, de ser débil y caer, de levantarme y poder con todo, de reír, soñar, llorar, amar, odiar, crecer, madurar.

Vaya años... No puedo quejarme, estoy en contínuo aprendizaje, el mundo me amolda a su forma, mi maestra, guiándome por esta sinuosa carretera de la cuál yo soy la que elige que camino tomar. Y eso lo hace más emocionante aún, que por muchos baches que haya, soy yo la que decide cruzarlos o no, que por muchas flechas que me indiquen a dónde debo llegar, yo conduzco hasta sentirme como un pájaro al que acaban de sacar de su jaula.

Sí, tengo preocupaciones, como todas las personas. Al igual que para un niño su mayor preocupación es jugar incansable hasta dejarse amoratadas las rodillas como para un adulto en paro, no perder la casa. ¿Piensas que no es lo mismo? Yo lo veo igual. Cada uno tiene sus metas y obstáculos, pasando por distintas facetas a lo largo del tiempo; y también lo hacen las preocupaciones.

Pero pienso en ese peso que cargo. Pienso, pienso y pienso. Y ya no quiero pensar más.
Quiero actuar. Quitarme esa carga que me hace ir más lenta. Y veo que no me cuesta nada hacerlo.
Nosotros decidimos qué tipo de peso queremos llevar, si compartirlo o ser independientes, si dejar que lo lleve otro, o descargar la mercancía, si regalarlo o moldearlo hasta convertirlo en victorias, y no en fracasos.

Me siento libre, me siento feliz, contenta, alegre. Ahora lo entiendo.

Una noche de Marzo, una joven de ojos tristes se hallaba contemplando una hermosa luna llena, despejada y sola, sin el arropo de las estrellas. Y se preguntó cómo no se sentía sola sin ellas. Sin embargo, la luna no se hunde, si no que sale todos los días a alumbrarnos las noches de nuestras insulsas vidas vacías. Una despejada noche de Marzo, una chica de ojos tristes habló a la resplandeciente luna, pero ésta no respondió. La luna, sabia y cambiante, observa nuestros pasos, nuestro camino, qué estupidez estar triste cuando estás vivo, tiene que pensar ella. La joven de ojos tristones lo entendió. Vaya lágrimas había derramado en vano, vaya curva más bonita se le dibujó en la comisura de los labios. Qué gran espectáculo se fundió en el manto de la noche, cuán amigas se hicieron.

Que descargada me siento ahora. Renovada de energía, de ideas, de oportunidades, de libertad, y felicidad. Que difícil se me hizo soltar la cuerda que con tanto ahínco agarraba, y que fácil me fue después, cuando la herida vio la luz.


Se avecinan cambios, momento bonitos y feos, nuevas enseñanzas, y grandes placeres. Vive, joder, vive, haz que valga la pena el latir de tu asustado corazón. Siente. Y si te equivocas, te equivocaste. Errar es de humanos. 
Y no por eso, 

tiramos la toalla así de rápido, 

 ¿verdad?


Hoy me siento bien.

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