Es un año más que te pesa, se queda grabado como otro de esos kilos de más que deseas adelgazar pero que no se van. Está tatuado en tu piel, y ni con jabón se puede quitar.
Un año de malas decisiones, de errores acertados, amores imposibles, caer y levantarse, desgarrarse la carne para conseguir tus objetivos y también dejarlos a medias, un año de idas y venidas, personas que vienen para quedarse en el trasfondo de tu alma, y otras que no saben cómo quedarse, situaciones fruto de lo que tú has creado, y otras, en las que tú no eres el culpable, llantos hasta quedarse dormida, ganas de dejarlo todo con el doble de ganas de levantarse e ir a por todas, de disfraces en la cara, sonrisas infinitas, y miles de historias que no te dejan indiferente.
Un año que me enseña aún más el valor de las cosas, de las personas, y el mío propio. De seguir adelante pese a lo que pase. De no rendirse jamás. De enamorarse y dar hasta las entrañas hasta que llegue "la persona" y no tengas nada para ofrecerle. De quererse a una misma hasta la saciedad.
Me miro al espejo y sólo puedo contemplar a una chica con los mismos ojos con los que empezó esta aventura.
Sigo viéndome igual, con los mismos complejos a través del cristal
pero en mi interior, sólo yo sé las luchas que he tenido que batallar.
Sé cuáles he perdido y cuáles he ganado.
Y hoy me siento orgullosa de la gran evolución que mi corazón y mi mente han dado, los dos juntos, unidos como equipo, aunque a veces uno de los dos se sobreponga demasiado y joda todo.
Los años pasan, y sigues siendo la misma persona.
A veces todo te puede, y otras, puedes con todo.
Es normal.
Por eso mismo, puedes decidir cada día, no ocultarte ante nadie y ser mejor persona.
Hoy me he levantado con ganas de comerme el mundo,
hoy
voy a ser...
la mejor versión de mí.
Lo que no te mata, te hace más fuerte,
Lo que no te mata te hace un luchador.
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