miércoles, 29 de agosto de 2018

La guerrera escondida.


Y ya no anda tras monstruos disfrazados de príncipes azules, 

porque la princesa se acabó convirtiendo en la guerrera

 a la que ya no le atan tus sucias cadenas
                                       y no viste con tules.

 Que lo único que quería era tiempo, 
          que se consume como el humo de un cigarrillo, 

esperando su condena con cada bocanada de viento,

que las horas pasan a minutos y sin embargo cuenta los segundos
                                          que le faltan para estar contigo. 

Que se repite a sí misma que el escudo que guarda, 
                 cuánto más grande, 
más pesada la carga pero a prueba de balas,
                       y ni tus flechas pueden hacerle ya nada. 

Hoy la princesa se ha despertado
 y ha pintado en su cara señales de guerra. 

Nos miramos confusas a través del espejo.
        Porque ella soy yo y yo soy ella, 
               pero tú ya no apareces en el reflejo.

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