sábado, 14 de agosto de 2021

LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA

 

Como el ratón detrás del queso,

el perro persiguiendo al gato,

y el gato comiéndose al ratón.


Un ciclo indiscutible que persiste en el tiempo

en el que la norma se crea con creencias

de un hecho observado por una mayoría aplastante.


Sin embargo, son unos pocos los que agudizan los sentidos,

aquellos a los que a veces se les tilda de “locos” o “fraudes”,

por únicamente indicar otros puntos de vista; su verdad.


Y de ahí que a veces el gato sea alérgico a la delicatessen 'ratatouille',

el perro se pueda enamorar del gato,

y el ratón, algo tan pequeñito e indefenso, haga gritar hasta a los gigantes.


Por eso, defender lo que cada uno ve no es más que

la muestra humana del miedo acumulado hacia lo desconocido,

un insulto a aquello que se escapa a una perspectiva ególatra.


Yo una vez me encontré con una sirena; es mi verdad.

Pero no les gustó. Me desacreditaron. Me tomaron por lo que no era.

Las sirenas no existen” decían. “Las sirenas no existen pero yo he visto una” respondía yo.


Desde entonces me mantienen presa junto con otros locos en estos barrotes,

drogadictos que dicen haber visto dragones en sus habitaciones mientras dormían…

Dragones… ¿os imagináis? Qué locura.


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