Esperaba en aquella parada
de buses,
viéndolos ir hacia todas
direcciones,
imaginando,
flotando.
Se sentaron muchos
desconocidos a mi lado.
Bajaban y subían, subían y
bajaban.
Demasiadas palabras vacías
y billetes pagados.
La casualidad de estar ahí
ignorada,
observando,
pensando.
Hasta que mi corazón latió
dos veces.
Pum.
Pum.
Pumpum.
Al ritmo de tu parpadeo de
pestañas
cuando alcé la cabeza hasta
tu mirada.
No fue a propósito pero mi
mente
se despejó por instinto,
inexistente.
Me sonreíste.
Y un compás distinto
sonó en mi órgano
muscular inerte.
-Mi más sentido bésame, bésame, besayúname.
Ayúdame a deshacer la cama.
Te comería a versos pero me tragaría mis palabras, por eso mejor dejarnos sin habla.
Perdí el sentido del amor pero no del sarcasmo,
así que te haré el humor hasta llegar al orgasmo.-
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