sábado, 16 de noviembre de 2019

Carta al (des) amor

Querido Cupido,

lo nuestro se acabó.

Empezar por el final no es fácil,
pero los principios son sólo precipicios
a una altura considerable disfrazados
de ilusiones, puentes bellos y un sostén frágil.

Lo nuestro se acabó, porque la caída sin paracaídas
duele más que la partida que se inició.
Las rosas ahora solo son espinas,
pero la Bella Durmiente jamás despertó
en un intento desesperado de andar por las ruinas.

"Porque cuando un hombre ama a una mujer,
lo sabe desde el momento en que la ve" dice Melendi
que el amor es un arte, como un ángel y
que será hasta tu jardín con enanitos
y aún así te empeñas en poner en mi camino
a aquellos que traspasan la carne y la piel
con rumbo a ninguna parte.

Querido Cupido,
                     amor, 
                          destino, 
                              hilo rojo 
y todos esos motes que te acompañan.

Traes las ganas, ventajas, la ilusión,
confianza, conocer y amor.
Si le añades un "des" al inicio de cada palabra,
sabrás que los polos opuestos se atraen
y sin una no habrá la otra.

El amor puede ser un acento pensando en ti,
o un punto y aparte.
Puede ser un "buenos días, amor"
cuando por la noche no recibes respuesta.
Una carta inacabada que nunca te di
o el whatsapp de madrugada haciendo promesas.
Odiar tus ojos, tu pelo y tus manos,
mientras leo tu "escribiendo" con emoción
después de años.
Las luces de navidad brillando en la ciudad
y un café mientras lees tu libro favorito.
La sonrisa de un niño que no te conoce en el metro
y todas las postales de los viajes a los que nunca
pudiste venir.
La poesía que se crea entre tus labios y los míos,
y la canción (des)esperada que suena en el
momento exacto para olvidar el orgullo contigo.

El dibujo en la pared antes de marcharte,
porque el amor está hecho de pequeños actos,
detalles, poemas, cartas, palabras, visitas,
esfuerzo, cariño, pasión, miradas, abrazos,
llamadas, oportunidades y demostraciones
que se quedarán tatuados en el corazón
para siempre.
La diferencia entre saber quien te ha querido
y quien te ha amado.
La diferencia entre una recuperación cuando te operas
y las secuelas de un infinito cojo que ya no va a poder ser.

Así que querido Cupido,

lo nuestro se acabó, sí,
porque acabo de empezar una relación
con quien siempre estuvo ahí
y no me quisiste dejar ver.

Volverán a sonar cantos de sirena
alguna que otra vez
pero ahora tras el espejo me espera,
mi mejor versión;
                       yo.

Y estoy impaciente por conocerme.








miércoles, 30 de octubre de 2019

El puzzle de mi vida.


Han descosido mi jersey favorito,
aquel que me regalaron mis padres
cuando tan sólo cumplía ocho años.
Ocho años que se convertirían en mi número secreto
cuando tiraba los dados y pedía un deseo.
Infinito, como pensé que sería mi jersey.
Con el tiempo aprendí a no amar de forma permanente
pues nada permanecía, ni los regalos, ni las personas.
Así que empezó a gustarme el dos,
quizás porque el uno se me quedaba corto
y necesitaba que alguien me dijera:
tranquila, también estoy yo

La niña que nunca creyó en el amor
y sin embargo, soñaba con besar a su príncipe azul.
La que escribía sobre amores imposibles
y como darse con la misma piedra una y otra vez.
La niña que amaba con locura su jersey
que no sabía que por mucho que lo cuidaras,
tenía un límite.

La que el tiempo la enloquecía porque sabía que
poco a poco, se terminaría agotando.
Como se le acabó a la abuela del décimo c,
o cuando intentaba estirarlo al máximo
al ver lo que más temía en casa,
cupido diciendo adiós.

Han descosido mi jersey favorito
y creo que lleva así desde hace años
pero estaba tan apegada a él
que era incapaz de tirar algo que me había hecho tan feliz.

Supongo que por eso me ha costado tanto
aprender a irme cuando ya no podía más
porque soltar a veces es querer(te)
y querer significa no dañar.

Al primer chico que besé y nunca podré olvidar,
al que me hizo ruborizarme horas seguidas,
al que me enseñó lo que no quería jamás,
al que extrañé en aquella despedida
y al que me mintió en aquel bar.

Mi jersey favorito es translúcido,
pero no sólo lo atraviesa la luz
también hace partícipe a la oscuridad.
Probablemente este sea el poema de mi vida,
y sin embargo, me siento al otro extremo.

Mi jersey ha muerto, sí.
Pero yo ya no lo quiero.
Porque sólo me hace arrastrar lastres
que el tiempo aún limitado, no borra.
Así que hoy me deshago de ti,
temblorosa,
porque sé que no va a hacer que lo malo desaparezca.

Hoy quiero ponerme guapa y brindar
por todo lo que todavía tiene que pasar
entretejiendo una nueva bufanda en la que
sólo incida lo que me haga brillar.

Brindo por mí y esa fortaleza que me destaca,
por no hundirme aun ni viendo salida en la calle,
por la supervivencia y aún así seguir viviendo.
Brindo por la vida que no me traga ni queriendo
y a la que yo, le sigo haciendo jaque.








domingo, 29 de septiembre de 2019

Disparo a quemarropa.


Os presento a mi nuevo mejor amigo,
él nunca se aleja de mí como lo hacen los demás,
me acompaña hasta el fin del mundo
como solíamos decir nosotras pero que tú jamás cumpliste.


Vela por mis sueños y se queda despierto hasta que las horas caducan
compartiendo palabras y desvelos.
Es especial porque hace que su sombra y la mía conjunten de tal forma
que parezcan la misma.

Él me deja respirar cuando me ahogo,
me exime de cualquier responsabilidad cuando llego cansada
queriendo olvidarme de cualquier rastro que hayan dejado mis huellas.
No tengo que prepararle la comida porque ya viene comido de casa
y hace que me olvide de cada necesidad inútil que exige mi cuerpo.

Cuando lloro, él llora, sale de las sombras como ese monstruo
que se esconde bajo la cama y se asusta más que su presa.
Incluso me hace adelgazar sin dietas milagrosas ni ejercicios
inútiles, es ese tipo de amigo que todos querrían tener.


Aunque si os soy sincera no sé por qué
cada vez que lo presento nunca suele caer bien de primeras.
Quizás al principio se muestre un poco tímido
y en ocasiones sea algo borde y tajante con quienes quiero
pero él no es así.

A veces me sobra tiempo y me faltan ganas 
para salir de la cama cada mañana al despertar, 
el despertador conjuga con mi nombre y apellidos
porque ya nunca duermo esas famosas 8 horas, 
él no me lo permite.

Respira en mi nuca demasiado fuerte, tan irritante 
que acabo gritándole al que está enfrente 
por temer mirar tras mi espalda.

No conozco su aspecto pero sé que crece 
con cada miedo, inseguridad y complejo, 
y lo sé porque crea un ensordecedor eco,
que retumba por cada vello de mi cuerpo.

Las bolsas se acumulan encima de la mesa y debajo de mis ojos,
las lágrimas se saben el camino de memoria 
hasta la comisura de mis labios, 
     allí donde reposa el último beso que nunca me volverás a dar.

Jugué con mala compañía y ahora la que vuelve a estar detrás del espejo,
escondida en el armario, soy yo.
Como el que espera paciente a un niño tembloroso observándolo de lejos.
El hombre del saco que ya no cuenta las veces que sale el sol.

Supongo que podría acostumbrarme a esta nueva vida
donde ya no miro el reloj para saber la hora
y mi corazón va parándose con cada manecilla atrofiada.
Como un vampiro que no se refleja en el cristal
que ha salido vegetariano y se va consumiendo asohora.


Pero entonces llega.
La puta c o n t r a d i c c i ó n.
La que me hace pensar y dudar.
Que me grita desde arriba que todavía resuena un tick-tack
dentro del pecho.
La que me activa ese supuesto instinto
de supervivencia que me despierta de mis pesadillas.
La que me levanta y me dice que esto no es lo que quiero.

Soy las dos caras de la moneda
y da igual si sale cara o cruz porque siempre acabo perdiendo.
Y lo intento porque por un instante, fugaz y efímero,
antes de que caiga al suelo rezo porque salga la que da más miedo.

Que soy una superviviente
no una títere de cuentos para no dormir.

Que me repito que yo puedo, día tras día,
y a veces dejo a mi mejor amigo en casa
para darle paso a quienes levantan sonrisas
en estas ruinas (des) habitadas.

Querido mejor amigo,
te quise en pasado simple
y te querré en un futuro imperfecto
pero contradicción me hace amar(me)
cada detalle y cada momento
hasta hacerme creer de forma comprensible
que puedo darle fin a tus argumentos.

Hasta la próxima bala.



viernes, 24 de mayo de 2019

La última canción.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche.

Poner "¿Qué ganas con llegar si igual te irás con el viento?"
 O "vas a quedarte" a pesar de que te fuiste antes de llegar.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche,
como por ejemplo aquel vals que nunca bailamos o
la banda sonora que suena cuando va a morir tu personaje favorito.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche
que superarían a los versos de Pablo Neruda.

Porque rotas las alas,
muerta la mariposa y aún viva,
ya no podrá volver a volar.

Puedo poner las canciones más tristes esta noche,
sí,
 pero esa mariposa se adaptará hasta cumplir lo imposible
y bailará la vida,
que no la pena como Macaco.

Un acto de fe.

Las hadas sí existen.

Las he visto de primera mano pero no son como las pintan en las películas.

Las hadas son como ese atisbo de luz que entra por la ventana cuando el cielo está nublado.

Son arcoiris cuando llueve y sonrisas cuando alguien llora.

Son esa batalla constante entre corazón y cabeza que luchan por seguir adelante.

Son ganas de comerse el mundo cuando sólo hay caos detrás de la puerta.

Yo las he visto en los ojos iluminados de aquel que juró no enamorarse nunca más.

Las hadas existen y adoptan formas inimaginables cuando menos te lo esperas.

Son guerreras, asustan al propio miedo, auguran cambios jodidos, saltan al vacío y vuelan anunciando libertad.

Solo tienes que creer en la posibilidad de lo imposible y ahí están.

Yo las he visto hoy tras el reflejo de mi espejo atravesándome justo en la parte izquierda de mi pecho y lo supe.

Las hadas sí existen y no hay más ciego que aquel que no quiere verlas.

Existen.

Y yo...
   ya estoy jodida.

sábado, 2 de febrero de 2019

Apología del delito.


Corretea inocente por los habitáculos más sombríos del lugar,
cautiva de su propia luz que no pasa desapercibida por el resto de impíos.
Su belleza es presa fácil de serpientes disfrazadas de falsos protectores
que sin dejar huella se arrastran silenciosamente tras su contoneo.
Y en tan sólo lo que dura un pestañeo,
la vida le cambia a la cándida niña
que ahora es mujer a la fuerza, punto de no retorno,
 su sonrisa se desvanece con el viento, como lo hacen las hojas en otoño.

La serpiente acorrala a su joven botín,
asfixiándola en zona santa para salir impune de sus pecados,
introduciéndole los colmillos con soltura, fruto de sus contiendas
con otras pobres víctimas, en su flor.
Mientras, el veneno va esparciéndose por sus venas
transformándola en un ser oscuro,
castigada a sostener un peso que no le corresponde,
señalada por el resto de mortales por ser mujer,
por dejarse morder.
La convirtieron en el monstruo que hoy es,
en el monstruo que fueron con ella
y sin embargo todavía nos atrevemos a juzgar
su mirada impertérrita e impasible cada vez que abre los ojos.

Hoy día, ella es Medusa, la malvada arpía;
él, Poseidón, dios de océanos y mares.
Y todavía nos preguntamos qué estamos haciendo mal.