sábado, 8 de agosto de 2020

Caos introspectivo

 

¿Qué somos? ¿Qué soy? O mejor dicho… ¿quién soy?


A menudo nos miramos al espejo en busca de defectos físicos de los que acomplejarnos a sabiendas de que conviviremos con ellos hasta el final de nuestra existencia. Pero realmente quién rebusca entre sus entresijos más profundos y rasca hasta el fondo.


¿Soy un cuerpo que hace sus movimientos gravitacionales atrayendo otros cuerpos y haciendo una traslación automática?

¿Soy aquella muñeca de trapo que me regaló mi abuela cuando tenía ocho años?

¿Soy la sonrisa de aquel anciano al que le subí las bolsas hasta su casa?

¿Soy un conjunto de huesos, músculo y articulaciones?

¿Soy mis ovarios cuando una vez al mes deciden sangrar por sí solos?

¿Soy la sombra de ojos marrón y el pintalabios rojos que uso para ir a trabajar?

¿Qué soy? ¿Qué somos? ¿Quién soy?…

Quien soy…


¿Soy mis miedos más profundos o mis ambiciones?

¿La forma en la que trato a mi madre o cómo le hablo al camarero de un pub?

¿Estoy siendo yo misma o simplemente lo que quiero que piensen los demás de mí?

Estoy… ¿Qué estoy haciendo?


¿Por qué lo hago? ¿Qué me impulsa a hacerme estas preguntas absurdas?

Absurdas como mis complejos,

como mis habladurías,

como mis ganas de querer ser buena en algo sin esforzarme esperando obtener más amor y reconocimiento de personas que en el día de mañana jamás serán

y así no aceptar la idea de que cuando muera moriré

y no quedará nada más que un recuerdo que se esfuma lo que dura un pestañeo.


Miedo. ¿Soy mi propio miedo?

Soy mi miedo a verme expuesta a un inminente fracaso, a chocar contra el muro y que no haya vuelta atrás.

¿Soy mis fracasos?

¿Soy un fracaso?

¿Soy un fracaso de escritora o de pensadora?

¿Qué estoy haciendo bien? ¿Qué es bien? Qué coño estoy haciendo.


Al final sólo soy una persona con muchas preguntas y pocas certezas, soy todo lo que he dicho y mis contradicciones diarias.

Soy todo eso y la responsabilidad que conlleva ser la única que puede solucionar las respuestas a todas mis preguntas. Y por eso tengo miedo, y por eso tenemos miedo.

Porque nadie puede responderte.

Sólo tú.

Y quizás así podremos darle un sentido a esta vida tan caótica, inverosímil, inexplicable y sobretodo, tan… finita.


Soy. ¿Y tú?