miércoles, 1 de abril de 2020

En la linde del Inframundo.


Sentada en mi escritorio contemplando pensamientos grises,
interpuestos como nubes en un día nublado
dejando entrever algunas tonalidades de ese azul verano.

Recordando en bucle atisbos de disputas,
números que suenan al compás de Stairway to heaven
y la palabra “estable” resonando en las noticias.

Pienso en el olor de la última persona que abracé,
la fina línea que separa la cordura de la locura,
la verdadera esclavitud de aquel que se impone su propia cárcel.

El miedo que nos da tomarnos un café con nuestro silencio,
o que los críticos más excéntricos del arte hayan sido los primeros
en subir un nuevo vídeo.

Matemáticos llorando poesía, maestros en huelga permanente,
ingenieros que no hay challenges que se les resistan
por instagram, facebook o twitter.

Un rayo de luz se desliza débilmente hasta acariciar mis pómulos,
su calor juguetea en mis labios por ese beso que no me atreví a dar
y encoge mis pupilas para disipar la nebulosa de mis estímulos.

Veo a Perséfone poniendo en libertad a las prímulas,
sonrisas cómplices a través de una pantalla,
arte en peligro de extinción que florece de las mismas entrañas.

Sentada en mi escritorio contemplando pensamientos grises,
el sol ha salido por la ventana regalando esperanza,
y ahora ya no sé si esto es real o solo es parte de mi propia vesania.